Las máximas culminaciones del municipio son: los Picos de Argel (1694 m), Viboreros (1655 m) y Padroncillo (1586 m).Todos ellos en el límite municipal. El paisaje más espectacular lo constituye el Calar del Mundo.
La Cueva de los Chorros, desde el punto de vista espeleológico, es una de las cavidades más notables de nuestro país. Se han topografiado más de 32.000 m y su conocimiento es todavía incompleto.
Nacimiento del Río Mundo y Cueva de Los Chorros
El Nacimiento del Río Mundo y Cañada de los Mojones, es una zona de protección especial, que se encuentra en la unión de las sierras de Alcaraz y Segura, a 7 kilómetros del pueblo de Riópar. Comprende el valle de retroceso o fondo de saco de Los Chorros, tanto las dos laderas que lo forman como la pared rocosa de la cabecera del valle donde surge el río, así como el polje de la Cañada de los Mojones.
A este polje le entra el agua por varios sumideros o poros, agua que después pasa, también bajo tierra, a la cueva de Los Chorros y la fuente de la Pedorrilla.
La vocación escultórica del agua, y la facilidad con que la dolomita es esculpida, hace que cuando ambas, agua y dolomita, coinciden, originen unos paisajes en extremo singulares, que han venido a llamarse cársticos. Estos son paisajes con frecuentes cuevas, redes de túneles, aguas subterráneas, que lo mismo emergen que desaparecen, valles de retroceso, canchales, simas, dolinas, poljes, etc.
La espectacularidad del valle de Los Chorros, tremendamente escarpado, es también obra del agua que labró los impresionantes acantilados. En el centro del gran cortado de la cabecera del valle aparece la cueva de Los Chorros, que da lugar a un rosario de saltos y cascadas, que se remansan en cristalinas pozas, formando lo que los lugareños llaman “las Calderetas”. La belleza de estos paisajes cautivaron a numerosos escritores.
Ya en el siglo XI, las especiales características de Los Chorros motivaron diversas descripciones, como la del árabe Alzhuri. También recogieron comentarios sobre ellos plumas medievales tan autorizadas como la de don Alfonso XI, quien dedica un capítulo de su celebérrimo Libro de la Montería, describiendo en él nueve montes de oso y la forma de cazarlos, en el término de Riópar, el primero de los cuales es precisamente Los Chorros.
Mención especial merece un manuscrito anónimo del siglo XV, encontrado por el insigne duque de Almazán en el Museo Británico y que tiene, posiblemente, la primera descripción paisajística de Los Chorros, sitio al que dedica frases tan elogiosas: “Hase de creer que dubdaria en el mundo aber otro monte más fermoso ni tanto…”.
También Quevedo lo citó en un soneto y en el siglo XVIII ya le merecía al Padre Morote la descripción de Los Chorros nueve veces más espacio que la del nacimiento del Ebro. Don Eugenio Larruga, en una visita efectuada a las Fábricas de Riópar en 1.792 no puede evitar citar también Los Chorros, recreándose en su descripción.
La Cueva de los Chorros, desde el punto de vista espeleológico, es una de las cavidades más notables de nuestro país. Esta gran cueva presenta una gran complejidad en sus conductos y galerías, estructuradas unas sobre diaclasas y otras sobre planos de estratificación. Se han topografiado más de 32.000 m y su conocimiento es todavía incompleto. Bajo el aspecto espeleomórfico, la cavidad presenta una entrada de grandes proporciones y un vestíbulo tapizado de bloques de origen clástico.
Pasado éste, se encuentra una gran galería con coladas estalagmíticas y por donde corre el río subterráneo, sobre el cual se abren una serie de aberturas laberínticas de origen erosión-corrosión. Más allá se extiende una compleja red de galerías reticulares y laberínticas, ocupadas parcialmente por bloques caóticos, formas debidas a la circulación a presión hidrostática, marmitas, cascadas, estalactitas y estalagmitas, galerías superpuestas, lagos, etc. El "impluvium" cárstico de esta surgencia da como resultado un caudal medio de 750 litros. En época de lluvias y nieves se multiplica por mil la aportación de agua a las galerías, ocasionando en un momento determinado, el Reventón, un espectáculo insólito, cuyas causas todavía se investigan.
La consejería de Agricultura de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, los Ayuntamientos de Riópar y Vianos y la finca particular Coto de la Mina, firmaron, el día 6 de mayo de 1.987, el acuerdo de creación de la zona de Protección Especial, denominada “Nacimiento del Río Mundo y Cañada de los Mojones”.
Charco de las Truchas
Situado cerca del nacimiento del Río Mundo, se trata de un rincón de incomparable belleza, rodeado de una gran variedad de árboles de distintos tipos. Casi oculto por la foresta se encuentra un pequeño lago de aguas cristalinas, en el que podemos observar la trucha común, especie reina de nuestro Río Mundo.
Este paraje conserva casi intacto su encanto, gracias a que sólo se puede acceder a él andando, bien desde Los Chorros, a través de una senda fácil de andar y siempre a la sombra de los grandes árboles de esta zona; o bien desde el Arroyo del Molino, siguiendo una pista forestal, que remonta el curso del río y que nos llevara directos a este rincón.
Junto al lago hay una pequeña fuente, con una mesa y unos bancos en los que sin duda podremos descansar y relajarnos, con la sensación de estar en un sitio recóndito y perdido en la inmensidad de estos bosques, en los que el silencio sólo se romperá con el canto de algún pájaro o con el chapoteo de una trucha, saltando del agua a capturar alguna mosca.
Vegetación
La cubierta vegetal de la zona refleja una riqueza peculiar. José María Herranz cita en Los Chorros 51 endemismos ibéricos y 25 ibero-africanos.
Grandes bosques de pino Negral y pino Laricio tapizan el valle y los alrededores. En las laderas aparecen de una manera dispersa otros árboles, como quejigos, ecinas, servales y arces menores, especie endémica del sur de España,que adquiere una intensa tonalidad roja en otoño. Les acompañan arbustos como espinos albares.
Existen lugares en las que una mayor humedad y un microclima diferente, como es el del desplome de Los Chorros, que favorecen la aparición de especies relícticas propias de áreas más septentrionales, como son: el tejo, el acebo, el avellano y varias especies de helechos. En las fisuras de las rocas salpicadas de agua aparece la grasilla, planta carnívora de vistosas flores azules, cuyas hojas presentan el envés impregnado de una sustancia pegajosa, gracias a la que atrapa pequeños insectos que digiere parcialmente. Así obtiene, mediante una enzima que ella misma segrega, las sales que el medio no es capaz de darle.
En el fondo del valle, cerca del curso del agua, como en El Charco de las Truchas, aparece una comunidad de plantas diferente. El dosel arbóreo está aquí constituido por fresnos de hoja estrecha y olmos de montaña, acompañados por plantas trepadoras. Hiedras, clemátides y madreselvas entrelazan sus tallos con los de los árboles, ofreciendo un aspecto casi selvático.
También abundan especies de llamativas flores, como campanillas, farolillos, erinus alpinus y otras curiosas, como el rusco de tallos fotosintéticos. En las zonas más altas de las laderas aparecen distintas especies de zamarrillas, enebros comunes, arenarias y el típico cojín de monja. La mayoría de éstas son especies con claras adaptaciones a climas más fríos, propios de esas mayores alturas.
Completan esta rápida visión de los distintos ambientes vegetales muchas especies tan diversas como la higuera, la zarzamora, la hiniesta, la rosa de Alejandría, el eleboro y distintas orquídeas. En 1.850 fue hallado cierto geranio cerca de la Cueva de Los Chorros, que hasta hace poco se creía exclusivo de este enclave.
Todo este diverso mundo vegetal soporta una completa comunidad animal rica y variada.
Fauna
Se han localizado 68 especies de aves, entre las que citamos: el águila real, la perdicera, cuervos, chovas, piquirrojas, aviones roqueros, buitres leonados, halcón peregrino, cernícalo común, vencejos comunes y reales, gollalbas grises, colirrojos tizones, roqueros rojos y solitarios, trepadores azules, agateadores comunes, abubillas, mosquiteros, currucas capirotadas, chochines, petirrojos, piquituertos, carboneros, reyezuelos, gorriones, papamoscas, palomas torcaces, arrendajos, cornejas, zorzales, mirlos, la chocha perdiz, el pito verde, pico picapinos, torcecuello, el azor, gavilán, estorninos, ratonero común, milano negro, águila calzada, la culebrera, alcotanes, el búho chico, cárabo, mochuelo, autillos, mirlo acuático, ruiseñor, carriceros, buitrones, lavanderas, bisbitas, cucos, alcaudón real y común, tarabillas, jilgueros, abejarucos, perdices y chotacabras.
Se han localizado 30 especies de mamíferos, siendo el de mayor número de variedades el de los murciélagos. Otros también llamativos son: las musarañas, erizos, rata de agua, ratones, ardillas, lirones, topos, liebres y conejos. También se ve con frecuencia la cabra montés, el muflón, el jabalí, el gato montés, el zorro, la comadreja, el turón, las ginetas y garduñas.
Reptiles como la lagartija de Valverde, lagarto ocelado, lagartijas como la ibérica, la colilarga y las cenicientas, como asimismo las salamanquesas, culebrillas ciegas, la víbora hocicuda, bastarda, la de escalera, herradura, la culebra de agua, la viperina, la de cogulla y la culebra lisa, destacan entre las 17 especies localizadas en estos parajes.
La trucha común se observa con frecuencia en todo el Río Mundo, especialmente en el Charco de las Truchas, y muy ligado a las aguas, la rana común, la salamandra y el tritón jaspeado, junto con el sapo común, el corredor y el moteado alegran los paseos por los márgenes del río.